La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (CRBV) representa un esfuerzo supremo de construcción colectiva en el cual la sociedad venezolana, sobrevenida a tiempos históricos tortuosos, comenzó a recorrer una nueva etapa de su existencia como nación libre y soberana, independizada desde hace 200 años del yugo español y en permanente confrontación con las formas neocoloniales de dominación aplicadas en el último siglo pasado por el modelo hegemónico (el eurocentrismo capitalista, liberal burgués) que afecta decisivamente la vida y el desarrollo de los pueblos del sur global hasta el presente.
La paz, concebida como un valor superior en su acepción más amplia e integradora, que trasciende la simple ausencia de guerras o conflictos armados, constituye un pilar del modelo societal venezolano en construcción, plasmado en la CRBV gracias a la incidencia decisiva del pueblo organizado, quien, junto a liderazgos emergidos de las luchas históricas, ha enfrentado, superado o mantenido fuertes y a veces cruentos escenarios por la conquista de sus derechos.
La paz se asume desde una trilogía conceptual que abarca la paz directa (entendida como la regulación no violenta de los conflictos), la paz en su dimensión cultural (que implica las existencias de valores mínimos de convivencia socialmente compartidos) y la paz estructural (que se refleja en las formas de organización que diseña la sociedad para lograr minimizar las formas diversas de la violencia y maximizar la justicia social, la dignificación humana y la igualdad con equidad).